13 de septiembre de 2008

Dudas Existenciales


En el siglo XVI el hombre sintió como muy problemáticos los aspectos fundamentales de su existencia: las relaciones con el prójimo, con la naturaleza, con la cultura, con Dios y hasta consigo mismo. El hombre “divino” del renacimiento fue reemplazado por el hombre “terrible”, un ser que duda y tema, interiormente escindido por el problema de la opción. La libertad de elección introducida por el humanismo renacentista llevó naturalmente a esta situación, ya que partía del presupuesto de que los valores eternos ya no eran revelados directamente al hombre sino que debían ser conquistados mediante la acción creadora. Pero la fe en la capacidad moral e intelectual del hombre, típica del Renacimiento, no duro mucho tiempo. Erasmo y Lutero expresan la duda en cuanto al fin de la libertad de y de la “dignidad del hombre”, para usar la expresión de Pico de la Mirandola. Copérnico (1545) arrancó a la tierra del centro del universo. Los fundamentos políticos de la cultura renacentista se resquebrajaron y la división de la iglesia confirma la desintegración del mundo “unificado y absoluto”. La nueva situación fue sentida, sobre todo, como un problema de “mentalidad”. El hombre moderno, que quiere reemplazar la autoridad con conciencia moral y la responsabilidad personal, nace en el siglo XVI. Su mundo es un mundo problemático y dividido, y el mismo es una criatura doliente y alienada. Nunca antes se había sentido con tanta intensidad la búsqueda de valores significativos.
Norberg Schulz, El significado de la arquitectura occidental, Buenos Aires, 1979

No hay comentarios: