Las corrientes que se fundan en el pensamiento doctrinario cristiano y en los desarrollos de la escolástica presentan una moral esencialmente dogmatica, apoyada en fundamentos absolutos y con normas eternas e inamovibles. Por otra parte, a partir de las formas de vida propias de la sociedad señorial, se desarrolla una moral práctica: de la lealtad para las clases superiores y de la obediencia para las inferiores (…) Las formas de vida propias de la burguesía urbana requieren de un sistema de normas nuevo; algunas son normas jurídicas (…) otras refieren a la familia y otras a la religión (…)
En síntesis, la sociedad y la forma de vida urbana requieren todo un sistema que no tienen fundamento eterno, inmutable y divino, sino que salen de la convivencia (…) se vinculan con las relaciones de persona a persona, en un ambiente cerrado como el urbano. El conjunto de estas normas constituye una nueva moral. No reconocen un origen sagrado, elaboradas en la convivencia son históricas y no absolutas. Esto señala un quiebre fundamental en la historia de la mentalidad burguesa, ya que estas normas no encuentran fácil respaldo en la tradición cristiano-feudal(…)”
José Luis Romero, Estudio de la mentalidad burguesa. Buenos Aires, Alianza, 2002, Cap. 4.
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