13 de septiembre de 2008

Se veía venir...

Las críticas de Lutero a la Institución Eclesiastica eran parte del descontento general que se vivía en la Europa del quinteccento en relación a los abusos de algunos curas y obispos. La propia Iglesia Católica tenía, antes de la aparición de las famosas "95 tesis" conciencia de estas cuestiones:
“Dos cosas anhela especialmente mi corazón: hacer la guerra a los turcos y reformar la Corte romana. La enmienda de todo el estado de los asuntos eclesiásticos, que he determinado emprender, depende de que esta corte se convierta en modelo. Me propongo empezar mejorando las costumbres de los eclesiásticos de aquí y desterrar toda simonía y otros abusos.
Se dice que vivimos para el placer, que acumulamos riquezas, nos conducimos con arrogancia, cabalgamos gordas mulas y hermosos palafrenes…Mantenemos perros de caza, gastamos mucho en actores y parásitos y nada en defensa de la fe. Y hay algo de verdad en estas palabras: entre los Cardenales y otros funcionarios de nuestra Corte, hay muchos que llevan esta clase de vida. Si se confiesa la verdad, hay que decir que el lujo y pompa de nuestra corte son excesivos. Y por esto somos tan detestados por el pueblo, que no quiere escucharnos ni cuando decimos lo que es justo y razonable. ¿Qué creéis que debe hacerse en esta vergonzosa situación? Debemos indagar por que medios nuestros predecesores lograron autoridad y consideración para la Iglesia. Debemos mantener esta autoridad por los mismos medios: la templanza, castidad, inocencia, celo por la fe, desdén de lo terreno, anhelo del martirio exaltaron ala Iglesia romana y la hicieron dueña del mundo”

Pio II, A los cardenales de su Curia (1460)

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